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miércoles, 30 de junio de 2010
Una Anécdota con Narciso González (Narcisazo)
Por Frank Henriquez
Empezaba a calentarse el verano de 1974 al ritmo de la temperatura política hervía en el país durante los sangrientos Doce Años del Dr. Balaguer.
En cada barrio existía, por lo menos, un Club Cultural y Deportivo, organizaciones que en su mayoría servían de catapulta política a las organizaciones de izquierda además de contribuir mucho con la cultura y el deporte barrial.
En esos años difíciles era socio del Club Jaragua, donde se reunían muchos “cabezas calientes” en su mayoría militantes del P.R. D.
Era el año de los “7 Días con El Pueblo” y el tercer periodo del Doctor Balaguer.
El Club Jaragua tenía actividades todos los fines de semana y a veces hasta diario, charlas, cantautores, torneos, etc.
Para una agenda que se avecinaba para el fin de semana se había decidido invitar al Profesor universitario Narciso González, mejor conocido como “Narcisazo” para dar una charla o conferencia en el local del Club Jaragua. Como la mayoría de los “compañeros” del club estaban “quemados” ante los ojos de la policía y los “chivatos” prefirieron tomar precauciones en cuanto a desplazarse lejos del barrio y evitar caer presos o desaparecidos.
Yo, con mas o menos 17 años y pesando menos de 80 libras (mojao) era el mas indicado en ir a la UASD para hacer contacto con Narcisazo. Esa misma tarde tomé la “Ruta 7” que pasaba por la calle 10, hoy mal llamada “Mutualismo” y me dirigí a El Alma Mater a buscar al profesor González. Al llegar a la UASD, preguntando llegue al llamado MCU donde debía estar Narciso. Seguí preguntando y alguien me señaló a otro profesor, el escritor Haffe Serulle que, por casualidad en esos momentos estaba casi terminando de leer su libro “Voy a matar al presidente” y que en esos momentos no se podía andar con un libro con ese titulo, ni en una guagua publica ni en un carro de concho, para no caer en un gancho. Me alegré cuando me dijeron ese es Haffe, habla con el. Lo saludé y le dije con mucha alegría que estaba leyendo su libro, comentario que el no le puso mucha importancia y me dio a entender que fuera al grano. Le dije a Haffe que venia en representación del Club Deportivo y Cultural Jaragua y que además venia de parte de “El Telépata” quien era amigo de Haffe y también integrante del Grupo de Teatro que dirigía Haffe. Le manifesté la necesidad que teníamos de invitar al Profesor Narciso González para que diera una charla o conferencia en nuestro Club. Inmediatamente el “compañero” Haffe me preguntó que, donde estaba la carta con timbre y todo y que además había que hacer la invitación, por lo menos, un mes antes, y en el momento en que yo hablaba con el dramaturgo Serulle faltaban solamente 4 días para ese inseguro evento. Axial es, mi amigo, me dijo Haffe, traiga la carta al MCU y con mucho tiempo de antelación, porque Narciso está muy ocupado. El dirigente “izquierdista” me dio la mano y se despidió.
En ese momento me sentí decepcionado y lo primero que me vino a la mente fue, no terminar de leer el libro de Haffe. Lo segundo que hice fue acercarme a un “Friero” que se encontraba al otro lado de la acera y, como el que llega a una barra amargado y pide un trago, le dije al Friero “dame uno de Melao”. Y no conforme con lo que me había pasado con Haffe y quizás presintiendo o adivinando su falso izquierdismo, le pregunté al vendedor de Frió Frió si conocía a Narcisazo y me dijo “y quien no conoce a ese hombre?” “por que me preguntas?” me dijo el Friero. Es que quiero conocerlo para invitarlo a una actividad y me dijeron que el no está por aquí y que además es un hombre muy ocupado. Pero el está ahí, yo lo vi. ahorita entrar, me dijo el hombre. Y como si fuera algo del destino o el misterio de las casualidades en ese momento, el Friero me dice “ah, muchacho, pero ahí viene el hombre que estas buscando y me lo señaló cuando salía de una de las puertas del famoso “MCU” o Movimiento Cultural Universitario.
Inmediatamente, con cierta timidez, que no la hice notar, lo llamé “Señor Narciso”, Dígame, que se le ofrece. Me presenté como representante del Club Jaragua y le manifesté el interés que teníamos de que el fuera a darnos una charla al Club, pero le hice saber que entendía que no seria posible por lo que su “amigo y compañero” Haffe Serulle me había dicho y le explique que era en el fin de semana. Me quedé pasmado cuando Narciso me dijo, “eso no es así” “yo no trabajo con burocracias” “dime el día y la hora y los “cualtos” del “concho”. Ese viernes Don Narciso González llegó puntual antes de las 7 de la noche al local del Club a dar su charla sobre Cultura Popular. Narciso era un hombre de pueblo y era realmente un Compañero.
A pesar de haber leído tanto sobre el “Revisionismo”, fue con la experiencia de Haffe que supe lo que era un verdadero revisionista.
Con la experiencia de conocer a Narciso aprendí que, aunque sean escasos, existen los verdaderos revolucionarios.
Era el 26 de mayo del 1994 cuando el doctor Narciso González Medina, de 52 años, fue visto por última vez. González, mejor conocido como “Narcisazo”, desapareció luego de que estuviera en la noche en un cine de la avenida Duarte.
Como si se lo hubiera tragado la tierra, se desconoce su paradero a pesar de que sus familiares, amigos y las propias autoridades han movido hasta cielo y mar en busca suya.
Vida activa en la UASD
González era una figura muy conocida en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), en donde fue catedrático de la facultad de Humanidades y en la cual estuvo siempre haciendo vida diaria y participando, desde muy joven, en movimientos revolucionarios.
Se dice que el mote de “Narcisazo” le fue endilgado por el dirigente de izquierda Amaury Germán Aristy. Este, precisamente, fue el pseudónimo que utilizó en la década de los 70 en el periódico La Noticia para publicar una columna de sátira política denominada “El Pueblo Se Queja en Verso”, la cual fue muy popular por sus frecuentes y punzantes críticas al régimen de Joaquín Balaguer.
Su desaparición se produjo justo un día después de que, en una asamblea de profesores de la UASD, hiciera fuertes críticas al entonces Presidente y a jefes militares y otros funcionarios de su entorno. En ese momento había tensión política debido a que el principal partido de oposición, el Revolucionario Dominicano (PRD), denunciaba un fraude en las elecciones que habían sido celebradas hacía diez días.
Un discurso y un artículo
En su discurso Narciso acusó a funcionarios civiles y militares de ser los “corresponsables y beneficiarios” del fraude electoral, y exigió a las autoridades y profesores de la UASD “una actitud de compromiso con los intereses del pueblo”.
Días antes, había publicado en una revista que se editaba en Nagua, denominada “La Muralla”, un artículo titulado “Diez pruebas que demuestran que Balaguer es lo más perverso que ha surgido en América”. En esa publicación definió al entonces gobernante como “asesino, delincuente, inmoral, pandillero, tramposo, maquiavélico, miserable, cínico, dañino, corrupto, alevoso, servil y pervertidor”.
Al momento de su desaparición Narciso, de 52 años, vivía en la calle Luis Reyes Acosta número 305 del sector Villa María, en Santo Domingo. Estaba casado con la profesora Luz Altagracia Ramírez González (Taty), de 43 años, con la cual había procreado cuatro hijos: Amaury, Ernesto, Rhina y Jennie.
Sus familiares afirman que él se levantó a la hora habitual y se marchó poco después de las 9 de la mañana.
Narciso era amante de las apuestas hípicas. Versiones señalan que luego de salir de su casa el 26 de mayo fue visto alrededor de las 10 de la mañana en una agencia de la calle Peña Batlle donde tomó un programa de caballos. Posteriormente visitó la UASD y en la tarde fue visto por una señora que vendía café en el hipódromo Perla Antillana, que entonces estaba donde está ahora la Plaza de la Salud.
El 28 de mayo del 1994, dos días después, la esposa dió parte de la desaparición a la Policía, la cual junto a familiares y amigos de Narciso visitaron hospitales, clínicas, recintos policiales, cárceles, parques, el hipódromo Perla Antillana, la UASD y otros lugares, sin obtener resultados positivos.
Entonces, surgió la versión de que Narciso había sido secuestrado por militares. Ni los familiares del desaparecido ni la Policía han precisado nunca de dónde provino la misma. Han dicho y sostienen que la desaparición de éste fue una consecuencia del discurso y el artículo.
Primera querella y José Israel Cuello
El 26 de mayo del 1995, un año después, familiares de González depositaron en el Juzgado de Instrucción de la Séptima Circunscripción del Distrito Nacional una querella con constitución en parte civil en la que responsablemente señalaron que “el día de la desaparición estuvo como a las 2:30 de la tarde en el hipódromo Perla Antillana y los señores José Luís de León Sánchez y Dionisio Patiño Infante afirmaron haberle visto entrar en la noche al cine Doble, ubicado en la avenida Duarte, y salir alrededor de las 11:00”.
Indica la querella que “por diferentes fuentes se ha informado que el doctor Narciso González, alrededor de las 12:00 de la noche del día 26 de mayo, fue introducido por hombres con armas de fuego, de aspecto militar, frente al local del Centro de Otorrinolaringología, ubicado en la calle 27 de febrero casi esquina Leopoldo Navarro, en la jeepeta Mitsubishi Montero azul, cuya placa es la número O-11172”.
Agrega: “Varias personas de reconocida trayectoria pública, regularmente bien informadas, entre las que se puede mencionar al ingeniero José Rafael Cuello, en los días posteriores a la desaparición del doctor Narciso González, aseveraron por radio y televisión que éste fue detenido por el J-2, siendo llevado a la Secretaría de las Fuerzas Armadas donde fue torturado y posteriormente trasladado al destacamento de la Policía Nacional ubicado en la calle Bolívar esquina Rosa Duarte, negándose dicha dotación policial a recibirlo. De ahí lo trasladaron al Palacio de la Policía Nacional, donde tampoco lo reciben en razón del deterioro físico en que se encontraba, siendo durante el retorno cuando se produce su deceso, siempre conforme al testimonio de la fuente antes señalada”.
Señala que “lo que termina por confundir el carácter y naturaleza política de la desaparición del doctor Narciso González así como el hecho de que la misma procedió del Gobierno o de funcionarios o personajes vinculados a éste, lo aporta la actitud ineficiente, timorata y cómplice de la Policía Nacional en lo que respecta a la investigación de este hecho criminal”.
Indica que “la Policía Nacional, tan eficiente y perpicaz en la persecución de determinadas infracciones, en este caso no se molestó en investigar a ninguna de las personas y funcionarios que en los días precedentes había señalado por su nombre el doctor González como los responsables de la situación que en ese momento consternaba a la nación dominicana”.
Balaguer lo dió por muerto
Los familiares de Narciso González concluyeron recomendando que fueran investigadas las personas que fueron nombradas por él en la revista y en el discurso, es decir, “Manuel Guarda Liranzo, Aníbal Páez, Juan José Arteaga, Rafael Bello Andino, Ramón Pérez Martínez” asi como las que eran jefes de la Policía, la Fuerza Aérea y el Ejército al momento de la desaparición del Profesor. También el capitán de corbeta Luis Rafael Lee Ballester, el exraso Miguel E. Bonilla Faña, el exmayor Viriato Alcides Brito Pillier así como los nombrados Manuel Vanegas, Claudio de los Santos, el mayor Olimpo Cuevas Acosta y el coronel piloto Reyes Bencosme. Ademés, que fueran procuradas las declaraciones del doctor Joaquín Balaguer quien dijo públicamente que éste era “un crimen difícil de resolver” en momentos en que aún no se daba por muerto al doctor Narciso González.
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