Ahora en estos tiempos tan difíciles, la juventud, es la única esperanza de vida y progreso que le queda a nuestro barrio. Creemos y confiamos en nuestra juventud aun cuando la delincuencia nos amenaza diariamente.
Nuestro barrio está de pie y no bajará la guardia ante los malhechores. Si pasamos los peores momentos durante los macabros 12 años y los supimos combatir con energía y dignidad, ahora es que menos dejaremos que se interrumpa el progreso y bienestar de nuestros vecinos y amigos.
Por eso AVE le dedica la edición de hoy a la juventud del barrio que es la esperanza del mañana, salpicada la dedicatoria con un poema de Rubén Darío.
Por eso AVE le dedica la edición de hoy a la juventud del barrio que es la esperanza del mañana, salpicada la dedicatoria con un poema de Rubén Darío.
“Juventud Divino Tesoro”
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer.
Plural ha sido la celeste
historia de mi corazón.
Era una dulce niña, en este
mundo de duelo y aflicción.
Miraba como el alba pura;
sonreía como una flor.
Era su cabellera obscura
hecha de noche y de dolor.
Yo era tímido como un niño.
Ella, naturalmente, fue,
para mi amor hecho de armiño,
Herodías y Salomé...
Juventud, divino tesoro
¡ya te vas para no volver...!
Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces lloro sin querer...
La otra fue más sensitiva,
y más consoladora y más
halagadora y expresiva,
cual no pensé encontrar jamás.
Pues a su continua ternura
una pasión violenta unía.
En un peplo de gasa pura
una bacante se envolvía...
En sus brazos tomó mi ensueño
y lo arrulló como a un bebé...
Y le mató, triste y pequeño
falto de luz, falto de fe...
Juventud, divino tesoro,
¡te fuiste para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces lloro sin querer...
Otra juzgó que era mi boca
el estuche de su pasión
y que me roería, loca,
con sus dientes el corazón
poniendo en un amor de exceso
la mira de su voluntad,
mientras eran abrazo y beso
síntesis de la eternidad:
y de nuestra carne ligera
imaginar siempre un Edén,
sin pensar que la Primavera
y la carne acaban también...
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!...
Cuando quiero llorar, no lloro,
¡y a veces lloro sin querer!
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