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miércoles, 7 de abril de 2010

ERA BARNEY MORGAN UNA CALLE?


Sobre la calle Barney Morgan o Calle “Central” como se le conocía antes, se han tejido muchas historias, leyendas y cuentos, pero de quien no se sabe casi nada es de Barney Morgan, a quien le dieron el honor de nombrar una vía urbana de uno de los barrios mas enigmáticos de la parte alta de la Ciudad de Santo Domingo, con su nombre.
La calle Central, se extiende desde el Ens. Luperon hasta la entrada de la tribu de los Chango, portal de Gualey. Ha sido para los moradores del Espaillat, mas que todo, un baluarte de la cultura barrial, el comercio del cheleo y el tigueraje vespertino.
La primera Librería que recordamos visitar por primera vez, fue la Librería Anita que, luego cambio el nombre por el de “Atenas”, donde los incansables lectores de “Paquitos” y el almanaque Bristol, dejaban de comprar un conconete o un “boquiboy” para alquilar el ultimo numero de “vidas ejemplares”, “Superman” o “Archie”. Quizás muchos no saben que la primera dueña de esa librería fue la madre de Corporan de Los Santos. En la misma acera de la librería Anita estaba el Colegio San Pablo, al mando de Celestina y uno de los pioneros en la educación secundaria de la parte norte de la capital. Ya mas arriba en la Iglesia Santa Ana se encontraba el Padre Manuel, sacerdote que siempre estuvo al lado de los luchadores del barrio, prestándole el mimeógrafo de la iglesia para imprimir propaganda antibalaguerista y condenar los atropellos cometidos por las autoridades de entonces.
Pero mezclado a todo ese arcoiris de grandezas y luchas, estaba la famosa esquina del “Quitipon”, llamada quizás así porque las autoridades no permitían el aglomeramiento de vendedores ambulantes en la esquina o porque era un sitio donde nadie tenia un espacio fijo, la esquina era del que llegara primero: Billeteros, Pescaderos, ventorillos móviles, chineros y el limpiabotas no faltaba. Nunca se supo de alguna persona que vendiera drogas en la esquina del Qitipon aunque no dejaba de ser una esquina caliente, porque ya pasando la entrada de la esquina se encontraba uno con las famosas “Tres Barras”, donde puyaron a Pipe, “el cojo de la bicicleta Shoper” y le dieron una vez un botellazo a Ñego.
Eran aquellos tiempos en que existía la “Guerra barrial” entre la gente de Papolon y la gente de Lubumba, quienes habían dividido el barrio en dos: De la 19 para allá era Lubumba el rey y de la 19 hasta la 17 lo era El hijo de Bartola. Había siempre tregua los domingos para que los muchachos pudieran ir a la Central a comprar billetes, quinielas y verduras para sus padres y en esos momentos de necesidad no había peleas, además que todos visitaban la iglesia Santa Ana, se persignaban y rezaban como los mejores angelitos del barrio. Recuerdo que la guerra entre Lubumba y Papolon, terminó cuando Vicenta, la hermana de Nino, que vivía en la interior H se unió al grupo de Diomedes del Villar y su grupo de baile que, junto a Choco y Elisa empezó a participar en las famosas “veladas” donde también estaba Nuris la hermana de Sucre y Manuel. Es probable que los fantasmas de muchos personajes, como Lubumba y Amoró sigan deambulando por la Barney Morgan a la espera de que alguien los rescate del olvido.
® Frank Henriquez




QUIEN ERA BARNEY MORGAN?



Barney Newton Morgan, reconocido por una transitada avenida del ensanche Espaillat, no sólo fue consagrado pastor de almas y sensible ser humano dedicado a las necesidades de los pobres dominicanos. Un año después de su llegada al país en 1929, se lanzó a las calles de Santo Domingo a socorrer a los damnificados del ciclón San Zenón, alojándolos en edificaciones de la Iglesia Evangélica Dominicana, de la que fue el Segundo Superintendente, después de Nathan H. Huffman. Proveyó medicinas, ofreció atenciones médicas, procuró alimentos, ropa, construyó y reparó viviendas para las víctimas y en atención a entrega tan desinteresada y decidida, la Cruz Roja Americana lo designó tesorero de los fondos llegados a la República Dominicana. Fue quien administró, además, las donaciones económicas enviadas por agencias, denominaciones cristianas e instituciones particulares a los afectados del destructor tornado. Residió en el país veinte años en los que fue maestro y predicador de razonamientos convincentes y acertados. Se desempeñó como catedrático de la Universidad de Santo Domingo, formó parte del Comité de Selección de Becas para Post Grado del Instituto Internacional de Educación, presidió el Instituto Cultural Dominico Americano y se integró a la vida social del pueblo a través de múltiples asociaciones. El reverendo Hernán González Roca lo recuerda con admiración y gratitud y lo tiene como su personaje inolvidable desde los lejanos días en que siendo prácticamente un niño le visitaba en su oficina del Hospital Internacional o en su residencia de la César Nicolás Penson donde recibía de él apoyo religioso, económico, y el estímulo para que se mantuviera ocupado en el estudio. “Era un trabajador incansable. Sabía apreciar y aquilatar la labor de los demás. Tenía palabras de elogio para sus subalternos, reconociendo los méritos que poseían las personas. Era franco, sencillo, humilde, cordial, con una permanente sonrisa en los labios. Pese a su preparación académica y al cargo que desempeñaba, era respetuoso y sincero en el trato con sus semejantes”, comenta el doctor González. El religioso, quien ha ocupado los más importantes cargos directivos de su Iglesia, ha estudiado con tal intensidad la vida de Morgan, que puede considerarse su biógrafo oficial. Sus relatos abarcan también las actuaciones aquí de la familia del eminente teólogo, sobre todo de su esposa Carol Mary Mc Afee, a quien rinde homenaje el colegio Carol Morgan desde 1956 cuando cambió su nombre de Carver School para honrar a la que fue su maestra y directora del coro por muchos años. Cuenta don Hernán que el Hospital Internacional mereció atención especial del doctor Morgan, pues “lo consideraba medio eficaz para el servicio a las personas que necesitaban cuidado y salud. El más mínimo detalle de la programación de ese centro de salud pasaba por sus manos, preocupándose porque todo resultara cada vez mejor. Se ocupó del mejoramiento y equipamiento de áreas tan importantes que en su época fue el mejor del país”, narra. Definido como “un gigante con cara de niño”, Barney Morgan “no siempre transitó por caminos favorables”, según el reverendo González Roca. “Durante su ministerio de dos décadas, acota, luchó contra críticos y opositores dentro de la misma Iglesia, que no comulgaban siempre con sus planes escolares, del Hospital Internacional o de la Librería Dominicana. Pero su nobleza no le permitió descender a la intriga y fue perdonador”. Significó, en otro orden, que al ilustre evangelista le tocaron los tiempos de la depresión económica de la postguerra y entonces la Junta Para Servicio Cristiano acortaba cada año el presupuesto, cerrando misiones en África y Europa. “Morgan insistía en que en la República Dominicana había que continuarlas”, afirma González Roca. Casado con Carol en 1925 –el mismo año que nació don Hernán-, el reverendo Barney Morgan abrió campos nuevos durante su gestión en esta Patria, refiere el religioso. “Incrementó el trabajo de crecimiento y desarrollo de la Iglesia, se dedicó a las construcciones del nuevo edificio del Hospital Internacional, del Templo de la Primera Iglesia y Villa Consuelo, en Santo Domingo, de la adaptación del templo de San Pedro de Macorís y la inauguración del de La Romana”, entre otras acciones. Añadió que en la dirección de Morgan “fue realizado el traspaso de las congregaciones metodistas wesleyanas a nuestra Iglesia, proyecto en el que realizó importante papel”. Los Morgan procrearon tres hijos: Mary Louise, Stanley Mc Afee y Judith Ann
© Angela Peña

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