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domingo, 17 de julio de 2011

Anécdotas del Espaillat

Carlos Tavarez, el hijo de Doña Estela

Recuerdo que una noche salimos a darle una serenata a una adorada de Santiago Matías, mejor conocido como “Chago”, el hijo del Viejo Niño. Como único y mejor recurso el guitarrista de turno y también cantante era nada mas y nada menos que, Carlos Tavares, cariñosamente “Carlito” a quien Chago había convidado para esa “Serenata de Reconquista”. A pesar de la época, los años fuertes del Dr. Balaguer, La Banda y otros efectos malignos, nos dirigimos hacia el barrio Capotillo, donde vivía la afortunada de Chago. Llegan a mi memoria esas canciones lindas de Nicola Di Bari o Danny Rivera que Carlito interpretaba de una forma increíble. Estábamos atrincherados detrás de la ventana, la única ventana que tenia la casa de la novia y al terminar la cuarta canción, “gracias mi amor por todo lo vivido” se escuchó un tímida voz de una señora cuarentona, que decía “gracias muchachos, pero ya Ángela no vive aquí, ella se mudó y no se sabe donde, pero pueden seguir cantando, a mi no me molesta”. Chago totalmente decepcionado plegó la cara y con una semitristeza nos dijo vamos ahora a seguir cantando en otro lado, en nuestro barrio. Éramos mas o menos cinco los juglares, entre ellos estaba el también legendario “Piculin” y José Miguel Vázquez, además de Chago, Carlitos y quien escribe.
Yo propuse que fuéramos a dar una serenata donde Los Abreu, la casa de Doña Patria y Don Braulio porque era una casa donde la mayoría de sus habitantes eran mujeres y era mas táctico y estratégico dar serenatas donde habían muchas muchachas porque así, nadie sabia a ciencia cierta a quien de ellas le cantaban, ni siquiera los mismos que cantaban y solamente el que cantaba sabia de quien estaba enamorado, pero en algunos casos, todos les estaba “tirando” a la misma. Desistimos de la idea de dar la serenata donde Los Abreu y propusimos la casa de “Lantigua”, porque al no ver el carro de el en la marquesina sabíamos que esa noche amanecería trabajando en sus quehaceres del aeropuerto de las Américas. Carlitos empezó a rasgar la guitarra y arrancó con “Los días del arcoíris” en la voz del mismo Carlitos, luego vino Chago e interpretó “pies de ángel” , de Camilo Sesto, Piculin declamó algo de José Ángel Buesa y ya cuando habíamos agotado la ultima “Brugalita” yo propuse cantar, que nunca lo había hecho, “aquellas pequeñas cosas” de Joan Manuel Serrat. No se si fue el “romo malo” que me cayó bien pero cuando Carlito me hizo seña de que arrancara en “fa” …unos se creen que los mató… empecé a cantar de una forma espectacular y me di cuenta cuando Carlito me guiñó el ojo izquierdo, en señal de que el ritmo y tono marchaban bien. Las ventanas del frente y laterales se encendieron y también las luces de la casa de Juanita también dejaron ver su brillo. Terminamos la canción donde le dedicábamos la canción de Serrat a Rosita, Rafaela y Cecilia y nos fuimos antes de que saliera el sol a tomarnos un café en la esquina y acostarnos. Ese fin de semana no pase por la casa de Lantigua porque no sabíamos si les había gustado la serenata o no, pero el lunes siguiente cuando viajaba en la “ruta 7” que en ese tiempo era la ruta que pasaba por la UASD, me encontré con Rosita Lantigua, quien iba agarrada del mismo tubo que yo, que sorpresa Frank, me dijo, “ah, la serenata del viernes fue muy bonita y no reconocí a la mayoría de los que andaban”, dijo Rosita con mucha curiosidad. “quien fue el que cantó la canción de Serrat, aquellas pequeñas cosas?” Me preguntó Rosita. Y yo me quedé frio, porque como yo no cantaba, quizás solamente en el baño, temía que se fuera a burlar y le dije que “chago fue el que cantó esa canción”. “Wao” dijo Rosia. “Pues dile que lo felicito, que canta muy lindo”. Que auto traición sentí al escuchar esas palabras, que me hacían sentir bien y mal, porque al mismo tiempo renegaba del derecho de haber interpretado una canción, que me salió bien, pero yo no lo sabía. Nunca le dije a Rosita la verdad sobre el verdadero “cantante”, me llevaré el secreto a la tumba.    Frank Henriquez

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